COMUNICAV | Tercera etapa Nº22 primer cuatrimestre 2022

ZOOM aquel colegiado cuando lo pueda necesitar, de forma inmediata y efectiva. Junto a ello hay que defender y proteger a la nueva abogacía, a los abogados senior, a los mediadores, a los abogados del turno de oficio, también a los no ejercientes y al resto de compañeros. Debemos poner en valor la figura del abogado, de esa imprescindible y más que necesaria función y presencia social, no olvidando jamás por qué en muchas ocasiones, aquellos qué defienden deben ser también defendidos. En su discurso también aparece la reivindicación de una mayor presencia de la abogacía en la sociedad civil. El abogado necesita ser respetado como lo que es, profesional esencial del Estado de Derecho. Para lograrlo, los colegios tienen un papel fundamental. Ese papel solo se consigue “estando” por que solo de esa forma se podrá “volver a ser”. Hemos perdido fuerza y lugar en la sociedad civil simplemente por no haber estado y no haber participado. Recuperar y reivindicar la posición del Colegio y junto a ello el papel esencial del abogado es el origen del respeto hacia nuestra profesión. El Colegio también tiene que recuperar su lugar como interlocutor en relación con esas decisiones legislativas que, sin acierto, se vienen resolviendo y que no cuentan, en ningún caso, con la opinión y participación de aquellos que mejor conocen, por aplicar y ejercer a diario, esas normas que los políticos, en ese papel de legisladores, no aciertan a dictar y donde desde la agrupación de partidos judiciales hasta las reformas penales son tan ajenas a la realidad como perjudiciales para los ciudadanos y la abogacía. El Ilustre Colegio de Abogados de Valencia debe regresar al lugar que le corresponde y volver a ser, como lo fuera en su día, referencia, ante la pérdida de identidad existente, debiendo recuperar esa esencia de lobby. La gratuidad de la formación inicial y continua es otro de los grandes objetivos de este mandato. Algo que siempre ha vinculado con la deontología ¿Qué relación guardan formación y deontología? Para empezar, formación y deontología son los dos pilares y servicios esenciales y fundamentales de cualquier colegio profesional. Si tiene algún sentido una corporación es para ordenar el ejercicio de la profesión y para formar a sus colegiados. Una sin la otra no existe. “Ante la pérdida de identidad existente, debemos recuperar esa esencia de lobby.” Desde la Junta de gobierno somos conscientes de que, por parte de los compañeros, surgen muchos problemas ahora mismo para asumir el coste de la formación, y si esa formación no se da, repercute directamente en una forma de defender complicada y, por tanto, tal vez en una responsabilidad deontológica. La forma de evitar esa posible responsabilidad deontológica reside en el acceso real por parte de los compañeros a una buena formación y a esa formación continua. El departamento de formación de un colegio de abogados tiene como finalidad formar, enseñar y actualizar conocimientos y no como objetivo dar unos resultados económicos positivos. La función colegial no es la de obtener rendimientos, sino formar, ordenar y proteger a los suyos. La formación inicial y continua pueden, y deben ser, gratuitas. También cree en un necesario apoyo a la mediación. Desde 2012 el ICAV apostó por la mediación con la creación del Centro de Mediación del ICAV (CMICAV) que, a día de hoy, no es solo el centro de mediación más importante de la Comunitat Valenciana, sino uno de los centros de referencia en España. La mediación sigue siendo un capítulo para implementar y apoyar, primero en relación a la figura del mediador, en cuanto a su papel fundamental en esa solución pacífica de un conflicto que existe y que o bien aún no se ha judicializado o bien ya lo ha hecho y puede, y debe, resolverse de esa manera alternativa. El mediador debe ser reconocido como figura fundamental con la capacidad y preparación profesional más que suficiente para zanjar el asunto y buscar la paz y comenzar a cambiar la visión de judicializar todo conflicto existente. Tenemos que seguir apartándonos de la cultura del conflicto, teniendo ya como realidad de presente, y no como apuesta de futuro, la mediación y al mediador.

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