MBIaAsRcarell VIGÍA DE LA FRONTERA Lo primero que llama la atención al llegar a Biar es su silueta: una fortaleza en lo alto, que mira, desde hace casi mil años, los valles del interior alicantino. Declarado Monumento Nacional, hoy en día Bien de Interés Cultural (BIC), el castillo, construido en el siglo xii sobre un antiguo asentamiento romano, no es solo un punto panorámico: es una lección de arquitectura almohade. Su torre del homenaje, denominada en Biar como Torre Maestra, de tres plantas y casi veinte metros de altura, esconde en su interior una joya: la bóveda de arcos cruzados, la más antigua de estilo almohade en la Comunitat Valenciana. Desde lo alto, la vista se deleita con una vista única del casco urbano: la inconfundible silueta ondulada de los tejados y la variedad cromática de la piedra, tonos terrosos, ocres y rojizos; y de la sierra que rodea el municipio, un día frontera vigilada entre Aragón y Castilla. Porque Biar, antes que pueblo tranquilo, fue plaza fuerte. La función defensiva de Biar durante la época musulmana fue fundamental. Su nombre, según la tradición, deriva del árabe bi’ar (“pozo”), por los manantiales que brotan en sus montes. Cuando Jaume I sitió la fortaleza, en 1245, necesitó cinco meses para que sus tropas vencieran la resistencia musulmana. Y, aún después, Biar siguió siendo lugar de aduanas, paso obligado y testigo silente de pactos, escaramuzas y cambios de bandera. De la fortaleza, cuidadosamente adaptada para las visitas y musealizada recientemente, es posible recorrer tanto el perímetro amurallado como sus torres y pasadizos. El visitante puede descubrir la emblemática Torre Maestra. Además, espacios expositivos y maquetas didácticas ayudan a imaginar la vida cotidiana en la fortaleza y su papel crucial como bastión fronterizo. La visita constituye una experiencia cultural y visual impactante. Fotografía cedida por Turismo Biar COMUNICAV 42
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