COMUNICAV | Nº30 tercer cuatrimestre 2025

Por Eva Altaver y Daniela Rovatti. Fotos: Agustín Rovatti COMUNICAV 37 HABÍA UNA VEZ UNA NIÑA Y SU HERMANO La historia de Cristina empieza en el barrio, cuando a los diez años, su hermano mayor, que practica yudo, quiere que “la pequeñita de la familia” siga sus pasos y la apunta en un gimnasio cercano a su casa. Y, desde ese momento, su vida y el deporte se entrelazan para siempre. A partir de aquella primera experiencia, la disciplina marcial se convierte en una pasión y un elemento definitorio de su carácter. Habla con la calma de quien sabe medir los tiempos: la pausa, la respuesta, el golpe justo: “A los 14 años ya competía a nivel autonómico y nacional, y empecé a ganar casi todo”, recuerda, como quien enumera momentos que, entonces, parecían naturales, pero fueron forjando una senda. UNA FIGURA CLAVE Y DESPUÉS... Fue en esos inicios cuando apareció Benito Cano —“mi entrenador”, dice—, una figura clave. Cristina fue, además, una de las pioneras del taekwondo femenino en la Comunidad Valenciana, en una época en la que hacerse con una medalla a nivel nacional era casi un milagro: “el nivel era altísimo”, solo con la verdad de quien lo vivió. “Hay que tener disciplina, organización y objetivos claros. Yo no dejo nada al azar”. A los 17 ya rozó la cumbre: subcampeona de España. Después vinieron años de competición intensa —viajes, campeonatos, rutinas— y, luego, casi una década de silencio competitivo a nivel profesional. No dejó el taekwondo; siguió entrenando a su manera. Ahora no fue una verdadera pausa, fue la entrada al otro sus mundos: comenzó a trabajar y a estudiar la carrera de Derecho. También, en este momento, hacemos una brevísima pausa, para deleitarnos la vista con los platos que nos traen.

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