COMUNICAV | Nº30 tercer cuatrimestre 2025

COMUNICAV 39 ENTRE EL DESPACHO Y EL TATAMI La conversación avanza hacia su otra gran faceta, la que equilibra el ímpetu del combate con la precisión del argumento jurídico. Cristina se especializó en Derecho Laboral y de Familia, ámbitos que, como ella misma dice, “requieren tanta templanza como una final de campeonato”. Su idea para el futuro inmediato es ampliar los servicios del despacho, incorporando la mediación como herramienta esencial para resolver conflictos sin llegar al juzgado. Pero sus proyectos no terminan ahí. “El año que viene empezaré a dar clases de la parte jurídica y técnico profesional en formación de seguridad privada”, cuenta con entusiasmo. No es terreno nuevo para ella: además de abogada, es jefa y directora de seguridad, y posee la habilitación docente. “Trabajé muchos años en ese ámbito antes de ejercer la abogacía”, explica, con la naturalidad de quien ha sabido moverse entre mundos distintos sin perder el equilibrio. Le esperan meses intensos —nuevos retos, nuevas aulas, y una hora de entrenamiento todos los días. Mantener el nivel de alto rendimiento con los años no es fácil y es muy sacrificado nos comenta sin dramatismo, como quien ya ha aprendido a escuchar los ritmos del propio esfuerzo. Planes a corto y largo plazo, sí, así de esta manera, que parece simple, dice: “Hay que tener disciplina, organización y objetivos claros. Yo no dejo nada al azar”. UN LARGO COMPÁS DE ESPERA Surge la pregunta: por qué no siguió compitiendo. Durante años, el taekwondo compartió espacio con su necesidad de construir un futuro. “Llegué a trabajar turnos de doce horas como vigilante para pagarme los estudios”, recuerda. Aquel ritmo, tan agotador como cualquier combate, la obligó a priorizar. “A los 27 años ya no me apetecía seguir compitiendo”, confiesa. No era falta de pasión, sino ese cansancio que a veces llega cuando se empieza demasiado pronto y se da todo. “Quienes llevamos desde pequeños en el alto rendimiento, a veces, necesitamos desconectar”, dice. Siguió entrenando —eso siempre— pero las competiciones quedaron atrás… hasta hace poco. Porque, créase o no, hace apenas un año volvió y brilló. Queda claro que aquella pausa no fue un final, sino una tregua. EL HALLAZGO DEL DERECHO El camino hacia la abogacía no fue una decisión planificada, sino un descubrimiento. Cristina recuerda que fue preparando unas oposiciones cuando se topó con el Derecho y, casi sin esperarlo, le gustó. Aquella curiosidad inicial se convirtió pronto en vocación. Terminó la carrera y, fiel a su carácter perseverante, siguió formándose: un máster, cursos del ICAV, estancias en Madrid… un itinerario construido paso a paso, sin ayudas, solo con esfuerzo y constancia. Lo dice sin alardes, como quien sabe que el mérito está precisamente en la tenacidad y también casi que le dura la sorpresa cuando dice: “Al final, acabé ejerciendo como abogada”.

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