COMUNICAV | Nº30 tercer cuatrimestre 2025

MC UaLsLc aAr e l l COMUNICAV 42 FORTALEZA DE PIEDRA Y VIENTO Lo primero que sorprende al llegar a Culla es su posición estratégica, dominante, sobre un peñasco a más de 1100 metros de altitud. Allí, donde hoy se alza el núcleo antiguo, se levantó en el siglo XIII un castillo templario que aún conserva parte de sus torres y lienzos de muralla. Aunque en ruinas, el conjunto aún revela el poder de una orden que hizo de estos montes una frontera espiritual y militar. Desde lo alto del recinto amurallado, la vista se pierde entre barrancos, campos de olivos y masías dispersas. Las tonalidades grises de la roca se mezclan con el verde seco del monte bajo, componiendo un paisaje que invita a la calma. Bajo el castillo, el casco antiguo conserva su trazado intrincado: calles que suben y bajan, arcos, aljibes y restos de portales que alguna vez defendieron la población. El origen del nombre Culla podría venir, según los filólogos, del árabe Qulla, “altura” o “colina”, una definición que difícilmente podría ser más exacta. La villa formó parte de la red defensiva musulmana hasta su conquista por las tropas de Blasco de Alagón en 1233, después se integró en la Orden del Temple y, más tarde, en la del Hospital. Esta compleja herencia se percibe aún hoy en la combinación de influencias que conviven en su arquitectura y en su paisaje humano. Con el paso de los siglos, la economía de Culla se sustentó principalmente en la agricultura de secano y la ganadería, actividades que todavía marcan el ritmo de la vida local. Las pequeñas explotaciones familiares, dedicadas al cultivo de almendros, olivos y cereales, conforman un mosaico agrícola que ha modelado el entorno durante generaciones. Al recorrer sus caminos empedrados, se percibe el vínculo entre la población y la tierra, fundamento de su identidad colectiva. © Patronato Provincial de Turismo de Castellón

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