COMUNICAV | Tercera etapa Nº20 segundo cuatrimestre 2022

APUNTE VIAJERO Conocida como la Cúpula del Mediterráneo, la Perla blanca o Villa blanca, Altea, “pueblo torrado al sol”, como la denominó Gabriel Miró, brinda al viajero una nutrida oferta, que colma los gustos más variados de los visitantes. Y, como una de las posibles etimologías de su nombre lo indica —su nombre podría derivar del vocablo griego Althaia (‘la que cura’)—, desde los más sosegados y contemplativos hasta los más activos, tienen el bienestar asegurado entre sus playas de resplandecientes piedras blancas, el entorno natural y la cultura, en esta localidad que conserva su tradición marinera y un aire de pueblo tranquilo. Ubicada al norte de la comarca de la Marina Baja, provincia de Alicante y protegida por la Sierra de Bernia, Altea cuenta con más de 22.000 habitantes y un clima atemperado. Por su emplazamiento geográfico, a lo larALTEA ALTEA, la perla blanca del Mediterráneo go de su historia, ha sido asentamiento de íberos, griegos, fenicios, romanos, y musulmanes, quienes han dejado sus huellas. Su atractivo cultural no pasó inadvertido para la bohemia y, en las décadas de 1960 y 1970, sus estrechas y sinuosas calles se convirtieron en refugio de pintores, escritores y músicos. No en vano ostenta el título de Capital Cultural de la Comunitat Valenciana y se perfila como uno de los centros culturales más interesantes del Levante. De sus principales monumentos destacamos la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, que constituye la postal más emblemática de la localidad. Entre edificaciones encaladas, se recortan sus dos cúpulas cubiertas de azulejos azules con adornos blancos, fácilmente identificables desde todos los puntos de vista.

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