Deleitarse con un plato de ratatouille, visitar
castillos enclavados en montañas que evo-
can un pasado glorioso, perdernos por el em-
pedrado de ciudades con cuidados centros
históricos y bañarnos en las aguas de la costa
azul. ¿Posible en un mismo fin de semana?
En efecto, aunque mejor si tuviéramos una
semana entera para poder disfrutar de
semejante oferta.
Es la ambiciosa apuesta turística de Occita-
nia. Una región que, más que una concepción
territorial real con plasmación en los mapas,
evoca un espacio cultural y lingüístico común
con una Historia difícil de igualar. Estraté-
gicamente delimitada entre los Pirineos y
los Alpes, Occitania se extiende por el sur de
Francia –en la región llamada Midi-, tocando
el Valle de Arán, algunos valles Alpinos del
Piamonte italiano y el principado de Mónaco.
200.000 kilómetros cuadrados y 15 millones
de habitantes que se han ido quedando con
lo mejor de cada cultura que pasaba por sus
tierras. Comparten incluso una lengua común,
el occitano, que llega a ser cooficial en algunas
zonas como Cataluña.
ENTRE CASTILLOS, LLANURAS Y VIVAS
CIUDADES
Ataviados mejor con calzado de senderistas
que con zapatos de calle, poder visitar Occi-
tania supone volver a revivir épocas de es-
plendor medievales –en especial el periodo
románico y de la literatura trovadoresca-. Si-
glos en los que se marcó la personalidad pro-
pia occitana, que desarrolló incluso su propia
lengua, el occitano, hoy todavía vivo y habla-
do por millones de personas de varios países.
Una zona donde se vislumbran numerosos
castillos que salpican el horizonte en las zonas
más rurales, con Carcassonne como máximo
referente, como en las empedradas calles de
sus principales ciudades, como Toulouse. La
llamada ‘ciudad rosa’ es el corazón de la re-
gión y ciudad que guarda culto al pasado, con
numerosos palacetes y edificios civiles y reli-
giosos muy bien conservados, con una unión
al futuro que vemos en sus animadas calles y
sus logros técnicos: es la ciudad cuna del fa-
moso Airbus. Esa es una de las señas de iden-
tidad de la zona, si somos capaces de hacer
hueco en la agenda para perdernos en tierras
occitanas, no nos faltarán las sorpresas ante
esos contrastes que nos ofrecen las amplias
zonas verdes con sus valles, montañas y ríos
campando a sus anchas junto a ciudades lle-
nas de vida por las que pasear entre su vida
cultural.
Precisamente ese equilibrio entre lo rural y lo
urbano, entre el sabor medieval y la vida cultu-
ral, debería ser el punto de encuentro perfecto
para un viaje de unos pocos días a esta región.